Con sus picos largos, sus patas delgadas como zancos y su plumaje bicolor han entrado en el imaginario colectivo como aves portadoras de vida. Sin embargo, ver a las cigüeñas instalando sus característicos nidos suspendidos a gran altura, escuchar sus cantos y su cortejo en forma de pico siempre despierta una gran emoción.
Desde hace algunos años, estos majestuosos animales se han convertido en parte integrante de la fauna que puebla la zona de Bassano, y el mérito de ello corresponde al Oasis-Park RAASM de San Zeno di Cassola. Gracias a la pasión y el compromiso constante de Giovanni Menon, propietario, fundador y administrador de la empresa de ingeniería de la que toma su nombre el parque, la zona puede presumir de un gran conjunto botánico que ha hecho de la biodiversidad una pauta a seguir. Aquí, desde hace más de treinta y cinco años, se albergan cigüeñas blancas o cigüeñas europeas, del género y especie Ciconia ciconia, junto con otros muchos animales, convirtiéndose en el símbolo de la propia empresa y generando una colonia que se ha hecho sedentaria, a pesar del carácter migratorio de la especie.
No es, pues, un acontecimiento demasiado extraordinario levantar la mirada y cruzarse con las sinuosas siluetas de estas aves, una especie que se había extinguido en Italia como lugar de cría hacia finales del siglo XIX.

Una historia de amor y respeto
Tras haber adquirido en Francia, con un permiso regular, lo que eran los progenitores de la colonia de San Zeno di Cassola, el empresario puso a su disposición una gran pajarera en el parque, ampliada más tarde a mil metros cuadrados, donde los primeros ejemplares permanecieron unos dos años antes de ser liberados. La sorpresa fue mayúscula cuando, en lugar de salir volando, las aves eligieron el RAASM Oasis-Park como su hogar, para criar. Desde entonces, la cría de la cigüeña blanca es una realidad y no ha cesado desde entonces, aumentando anualmente.
Aún hoy, el milagro de la naturaleza se repite en la gran pajarera, que alberga cigüeñas jóvenes hasta que tienen unos dos años, el tiempo que tardan las fascinantes aves en aclimatarse al microclima y al territorio, eligiéndolo como su entorno natural, en el que remontan el vuelo una vez que se independizan. Un hábitat que les permite buscar alimento, congregarse con otras e incluso anidar dentro de la reserva natural de la empresa, dando lugar a su presencia permanente, atrayendo también a las cigüeñas en libertad.
El círculo de la vida
Un verdadero círculo de la vida que sigue renovándose. Tanto es así que, el año pasado, se contabilizaron en el parque nada menos que once nidos activos de cigüeña blanca, con un total de trece cigüeñas observadas en siete nidos. Cifras récord, si tenemos en cuenta que se trata de la mitad de las «salas de parto» de estas maravillosas limícolas en la región del Véneto.
Sin duda, el mérito no es de la casualidad, sino del enorme cuidado puesto por quienes deseaban fervientemente la creación del lugar, manteniendo las condiciones favorables preparadas para ellas. Como los majestuosos árboles plantados en las más de doce hectáreas de verdor que rodean la granja, los pilones erigidos para albergar los nidos, una red de cámaras instaladas para vigilar, proteger y estudiar a las cigüeñas, así como comederos especiales y de gran capacidad para las cigüeñas, alimentados diariamente, con el fin de acostumbrar a los ejemplares jóvenes a la presencia cercana de seres humanos, con fines educativos, de observación y de estudio.
De especies migratorias a sedentarias
Así, gracias al hábitat favorable para la nidificación, la alimentación y la característica «vida en grupo», lo que sería una especie migratoria ha formado una colonia permanente, con «certificado de residencia» y domicilio fijo en San Zeno di Cassola y sus alrededores.
No es seguro, sin embargo, que los ejemplares más jóvenes, atraídos por los individuos salvajes en tránsito hacia las zonas de invernada africanas, no sigan el instinto de unirse a las bandadas, volviendo al extraordinario mundo de las aves migratorias.
En sus picos llevan bebés
Las cigüeñas son el símbolo del amor entre padres e hijos por sus fuertes lazos familiares y su dedicación a la vigilancia del nido. No en vano, las leyendas hablan de ellas como precursoras de nuevos nacimientos. Pero también hay una motivación real: las cigüeñas se sienten atraídas por el calor y, cuando en las casas se encendía el hogar para mantener caliente al recién nacido, las majestuosas aves construían su nido en la chimenea. Por tanto, ¡son los bebés los que traen a las cigüeñas!
Documento de identidad de la cigüeña blanca
Nombre y especie
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Cigüeña blanca, Ciconia ciconia, también conocida como cigüeña europea.
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Aspecto
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Plumaje del cuerpo blanco como la nieve sobre el que destacan las plumas de las alas de color negro brillante. El ejemplar adulto muestra un tono rojo anaranjado brillante en patas y pico.
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Tamaño
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El macho es ligeramente mayor que la hembra: puede alcanzar 115 centímetros de longitud desde la punta del pico hasta la cola, un metro de altura y una envergadura de 155 a 200 centímetros. El peso varía entre 3,5 y 4,5 kilos.
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Sonido
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La cigüeña no emite un canto propiamente dicho. Los adultos emiten silbidos y «toses» durante la incubación de los huevos.
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Cortejo
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El macho y la hembra adoptan una posición particular, echando la cabeza hacia atrás y llevándola hacia delante varias veces; al mismo tiempo, golpean rápidamente el pico, produciendo un sonido similar a la percusión de unas castañuelas.
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Nido
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Se construye con ramas y palos, tierra, ramitas y briznas de hierba en lo alto de un árbol, una chimenea o un enrejado. Los nidos más antiguos pueden tener hasta 1,5 metros de diámetro, 2 metros de profundidad y pesar hasta 250 kilos. Pueden reutilizarse durante cientos de años.
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Reproducción
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Una vez al año, la hembra pone de tres a seis huevos, que son incubados sucesivamente por ambos progenitores durante algo más de un mes. Macho y hembra se reparten las tareas a partes iguales, incluida la alimentación de las cigüeñas y la protección del nido.
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Migración
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En otoño, las cigüeñas parten en bandadas hacia tierras más cálidas, donde permanecerán las crías hasta que alcancen la madurez sexual. En primavera, los padres regresan al lugar de nidificación y la pareja permanece unida para la nueva temporada.
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